La tecnología presente en las herramientas, sistemas y dispositivos que utilizamos en nuestro día a día ha hecho que nuestra vida sea más cómoda y práctica. Por ejemplo: ahora es más fácil que nunca finalizar una compra, y las industrias más variadas están trabajando para que el momento del pago sea más fluido y rápido. ¿Pero acaso alguna vez has pensado cómo es ese mismo proceso para una persona con discapacidad?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 15% de los adultos del mundo tienen algún tipo de discapacidad. En Brasil, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el 8.4% de la población mayor de dos años -unos 17.3 millones de ciudadanos- son personas con discapacidad.
En este contexto, imagínate cómo puede una persona con discapacidad visual utilizar un terminal de pago. Si bien antes la mayoría de los dispositivos tenían teclados con marcas en Braille, lo que facilitaba la lectura, los modelos actuales con pantalla táctil hacen que esta tarea sea mucho más compleja, casi imposible.
Es importante proponer formas de mejorar la accesibilidad en los terminales de pago para permitir una inclusión real. No es por casualidad que el concepto de experiencia de usuario, dirigido a mejorar la eficacia de la tecnología y la facilidad de uso, sea una parte fundamental en el desarrollo de nuevas tecnologías y un verdadero pilar de la innovación en el mercado de los terminales de pago.
De hecho, la accesibilidad de los puntos de venta implica adoptar una mentalidad de diseño inclusivo para atender a todos los usuarios y tener en cuenta sus diferentes necesidades a la hora de desarrollar un terminal de pago, por ejemplo.
También es importante tener en cuenta que, por parte de los fabricantes de puntos de pago, esta mentalidad de diseño se debe adoptar de forma que no afecte las características de seguridad del terminal ni la experiencia de compra, para que la propuesta sea realmente inclusiva, práctica y confiable.
Según un estudio de Programa de Protección y Defensa del Consumidor (PROCON) en São Paulo, por ejemplo, aproximadamente el 95% de las personas con discapacidad siempre (o casi siempre) tienen dificultades a la hora de hacer sus compras. Es necesario que los sistemas reduzcan estas barreras y también que simplifiquen la experiencia de estas personas.
Un producto diseñado pensando en facilitar su uso garantiza que las personas con discapacidad puedan realizar una tarea rápidamente con un esfuerzo similar al de alguien que no tenga ninguna. Esto significa que los usuarios pueden tener independencia sin frustraciones.
Cuando una persona con discapacidad necesita hacer un pago en un terminal, por ejemplo, es fundamental que el hardware y el software de esa solución hayan sido diseñados tomando en cuenta a esta población. Esto puede verse de diferentes maneras: hay terminales, por ejemplo, que ofrecen asistencia por voz para ayudar a las personas con discapacidad visual a introducir su PIN para que puedan concluir su compra o venta. Una vez finalizada la transacción, esta función se desactiva y puede utilizarse siempre que sea necesaria.
Asimismo, hay accesorios que facilitan y democratizan el uso, con dispositivos que se pueden acoplar a la pantalla, que simulan un teclado tradicional. De esta manera, cuando el comprador inicie el pago, contará con teclas en alto relieve para que pueda ubicar los números y seleccionar los dígitos correctos para introducir su contraseña. La transacción se realiza de forma segura y transparente.
En el caso de las personas con discapacidad auditiva, oralizados o no, los recursos de los terminales de pago también favorecen la accesibilidad. Su uso es intuitivo y las personas con discapacidades relacionadas con la movilidad pueden contar con que estos dispositivos lleguen hasta ellas fácilmente, puesto que se pueden desplazar de un lugar a otro.
Todas estas posibilidades vienen con funciones que parecen sencillas, pero que suponen grandes avances para la vida cotidiana de las personas con discapacidad. La accesibilidad es una condición fundamental para que los terminales de pago permitan realmente que haya una economía digital verdaderamente democrática e inclusiva.
Sin embargo, para llegar a este nivel, es necesario desarrollar una visión empática, comprender las dificultades a las que se enfrentan estos consumidores y qué soluciones pueden resolver eficazmente estas dificultades. Es un trabajo humano, antes que tecnológico y es fundamental que ofrecer esta comodidad a todo el mundo sea una prioridad para la industria.
Simplificar la vida de las personas debe ser el gran objetivo de la tecnología (en todos los sentidos) y esta vocación tiene que llegar al pago y a la experiencia de consumo para optimizar la relación con las personas con discapacidad. Si existe la posibilidad de utilizar un terminal de pago y ofrecer accesibilidad y facilidad de uso a cualquier persona, ¿por qué no llevarlo a todos y cada uno de los establecimientos?